«Cordillera es un espacio virtual de arte actual que busca dar visibilidad a proyectos y expresiones relacionadas con lo contemporáneo.
Cordillera nace entre Chile y Argentina y se expande a todo el mapa.
Cada artista nuevo es un punto que expande la cartografía.”
Esas son las palabras con que el proyecto “Cordillera Galería” se presenta. Virtualidad, visibilidad, bordes y territorios. Comenzado en 2016 por Gimena Castellón-Arrieta, Cordillera ha dedicado años a abordar y desgranar el tema de las fronteras; tanto de países, geografías, como clases, formas y medios. Ese espacio liminal -a veces poroso a veces restringido- que es una frontera se volvió especialmente duro con el coronavirus, llegando a extremos que hubieran sido inimaginables hace 2 o 3 años. Desde la primera vez que contacté con el proyecto, Cordillera me pareció un proyecto hermoso, dedicado a difuminar o resquebrajar esas divisiones geopolíticas, proyectándose como un espacio de conexión, donde podemos vernos y encontrarnos. Porque el límite también refleja un deseo por delimitar a otro, y suele manifestarse en nacionalismos, racismos y discriminaciones, de esos que se han hecho alarmantes estos últimos días en el norte de Chile.
En 2019, Cordillera lanzó una convocatoria para realizar exhibiciones durante 2020 en la galería, seleccionando a seis artistas para ello: Daniela Arnaudo (ARG), Florencia Caiazza (ARG), Maia Gattás Vargas (ARG), Andrea González (CL), Wilkellys Pirela (VZ), y Mariana Riquelme Pérez (CL). Sin embargo, con la llegada del COVID-19 las seleccionadas fueron invitadas a cambiar de rumbo y transformar esa convocatoria en la primera residencia de Cordillera: “Rumor”. Este año, RUMOR se convertirá, después de meses de espera, en una exposición que se movilizará por todas las plataformas del proyecto haciendo eje en su reciente web oficial, difundiendo no sólo obras sino que también los procesos, aprendizajes y resultados de una residencia que tuvo lugar en las extrañísimas condiciones de nuestra primera pandemia global. Fui invitada a conversar con las artistas para conocer mejor sus experiencias de un proyecto que cruzó casi completamente la emergencia sanitaria, y las conectó de manera profunda y sorprendente a pesar de la distancia física. Juntas conversamos sobre temas como el contacto digital y transnacional; la alquimia que se genera al compartir procesos, y confiar en los resultados; y la pregunta sobre qué tipo de normalidad queremos recuperar post-pandemia.






Empieza la artista Mariana Riquelme Pérez (Chile), para quien el eje central de la residencia fueron los vínculos que confundieron y desafiaron las fronteras de lo personal y profesional. Los ejercicios de sensibilización y juego propuestos por Gimena, directora de Cordillera, le sirvieron especialmente en un momento en que se encontraba radicada en Argentina, con pocas amistades o conocidos con quienes conectar, encerrada por las inesperadas cuarentenas. Recorrer el territorio se convirtió en una nueva manera de explorar, incluso de aprovechar las limitaciones de la emergencia sanitaria. Junto a Maia Gattás (Argentina) salían a caminar, simbólicamente caminando una hacia la otra, una junto a la otra, una en los zapatos de la otra. Por su lado, Maia tomaba fotos pensando en ella; en su trabajo, en sus intereses, pudiendo conectar así a pesar de no poder tocarse, sentarse, quedarse a charlar. Por otro lado, Daniela Arnaudo (Argentina) trabajó con Wilkellys Pirela (Venezuela) y Andrea González (Chile) temas como la migración y la compañía. El trabajo en grupo que se desarrolló esos meses en Rumor fueron para Daniela una “red sorora de compañía y apoyo” en que las obras, contextos y quehaceres de una contaminaban y permeaban inevitablemente a la otra.
Uno de los lemas de Cordillera, y de Rumor, fue el declararse en “estado de conversación”. Un juego de palabras que parece desafiar la dureza de los estados de excepción decretados en estos meses, se compuso de un entramado de diálogos paralelos: en Tumblr, en Instagram, en Zoom, incluso abriéndose a artistas visitantes y a interacciones con el público, como cuando se le preguntó a la audiencia de Cordillera por como cambiar la idea del “artista statement” por algo castellanizado. El diálogo iba por dentro, pero también se hacía presenta por fuera. Después de todo, la idea seguía siendo desafiar ese borde, hacerlo poroso, invitar a otres a conversar y desestabilizar incluso los diálogos de Rumor.
La pandemia también tuvo un efecto en los medios de las distintas artistas, especialmente en el caso de Wilkellys, Daniela y Florencia Caiazza (Argentina), quienes trabajan con medios difíciles de compartir y circular en el espacio digital, como el textil, la cerámica o la intervención. Eso las llevó a jugar con nuevas formas de crear y registrar su obra – desafiando las limitaciones y probando las oportunidades del video, la virtualidad, y lo digital. Sí, la virtualidad velaba ciertas áreas, pero sin duda potenciaba y facilitaba otras. Por ejemplo, comenta Wilkellys, el aislamiento forzó un corte de comunicaciones con muchas personas, al tiempo que liberó un tremendo flujo de intercambio con otras. Para ella uno de los aprendizajes centrales de su paso por Rumor fue re-centrar la escucha en la conversación, lo cual exigió un desprenderse un poco de sí misma y tratar de comprender otros lugares de enunciación – algo que también pudo integrar a su práctica y replicar con otras personas. Es un sentimiento del que hacen eco varias, especialmente Florencia, a quien no le deja de sorprender esa apertura tan desinteresada y sincera a lo desconocido que se produjo en un contexto de tanta incertidumbre. Además era una apertura contagiosa, como comprobaron con la participación de artistas que ya habían pasado por Cordillera y que también pudieron y quisieron confiar y vulnerabilizarse de mano de las 6 participantes. La residencia se convirtió en un portal digital que permitió que se generaran conexiones profundas, y, sin duda, cosas extrañas, sorprendentes, excepcionales – como el paso del tiempo, que a ratos se pausaba para luego echarse a andar, acelerado nuevamente. También se dieron sincronías especiales, como un día en que Daniela tomó una fotografía de un pescador en pleno invierno, lo cual las llevó a conectar sobre vivencias e intereses en común con Maia, como la muerte, el retorno, el duelo y las conexiones interpersonales. El foco no era hacer, hacer, hacer, sino que, realmente, conectar y abrirse a la sorpresa de lo inesperado – ir a lo profundo, a través de la mezcla entre afectos y arte. “Era hermoso encontrarse en las tardes, ver el sol en la ventana de una, preguntar por el clima de la otra, como estaban, una sensibilidad distinta a los contextos de cada una”, dice Florencia.









Con esa base de confianza, sus lives de Instagram semanales pudieron desprenderse de ese aroma a seriedad y pompa que suele rodear al arte contemporáneo; les dio libertad para reaccionar, jugar, y salir de lo racional, apoyándose más bien en la intuición y la rapidez. De hecho, como destacó Andrea, nunca hubo plan de obra en la residencia. Sin la presión por concretar se facilitaba el juego, y se volvía a apreciar el regalo del intercambiar y compartir libremente. En lo personal, eso le permitió darse un descanso de los “grandes objetivos” y confiar en los caminos del día a día. Encontrarse con lo que aparece, observarlo y observarse con calma; mirar sin presiones y experimentar sin expectativas. Como buen rumor, lo vivido con las demás se manifestaba inevitablemente en obras e ideas como ecos y flujos quizás solo visibles para ellas.
Es notable que esta conversación ocurrió en medio de un relajamiento masivo de las normas de restricción que se dieron durante la pandemia, debido a la marcada disminución de casos estos últimos meses. Una de las grandes preguntas que tenía se relaciona con cómo se abrió el horizonte de lo posible durante estos años. ¿Qué queremos mantener, y qué queremos cambiar? ¿A qué no queremos volver? Durante las cuarentenas se dio mucha experimentación, no solo en Codillera y Rumor sino que también en otras esquinas del mundo del arte y la cultura. Que estos meses dolorosos y sorprendentes no hayan pasado en vano hace necesario re-plantearnos qué cosas de la antigua normalidad debieran quedar en el pasado, y qué partes de lo vivido en pandemia debiéramos proyectar y llevar hacia el futuro.
Las respuestas son variadas. Incluir los procesos en las exposiciones para visibilizarlos, dice Andrea. Wilkellys señala el dejar atrás la ansiedad por el hacer, y reconectar con el sentir. También, dice, la importancia de generar conexiones que vayan más allá de lo profesional, y revalorar la amistad, la compañía, la confianza, y el cuidado, claves para sobrevivir los momentos difíciles. Para Daniela es trascendental no olvidar cómo, súbitamente, nos sobró el tiempo durante los encierros. Hoy rápidamente estamos retomando la vida vieja y olvidamos dejarnos un espacio para juntarnos. “Hacernos el tiempo”, resume. Y seguir incorporando a aquellos grupos marginados (mujeres, trans, migrantes) que se vieron visibilizados durante los meses de encierro. Maia está de acuerdo, y pone el acento en romper con el centralismo tan endémico de los países latinos. Como artista radicada en la Patagonia argentina, vivió en primera persona como el mundo del arte finalmente se abrió a quienes no viven en las grandes capitales. Se democratizó el sector, e incluso se revitalizaron muchos museos regionales con un sorprendente aumento de participación y activaciones.
Para Florencia, será clave conservar la consciencia del estado excepcional que cruzaron, y lo que este trajo. Recordar los recursos que hubo que desplegar para sobrevivir, la importancia del cuidado, y no olvidar ni a nivel personal ni colectivo. Espera que las redes de sostén y apoyo se mantengan, especialmente en relación a la maternidad que es, sin duda, uno de los estados más excepcionales que a muchas nos toca vivir. Mariana cierra comentando la distancia que solía sentir respecto del mundo del arte y sus dinámicas endogámicas. Para ella, espacios como Rumor le dieron la oportunidad a acercarse de forma mas natural al arte, y no sentir que para ello es necesario crear un personaje o jugar al juego del éxito. “Hay que recordar que las cosas pueden ser de otra forma”, dice. Porque no debemos olvidar que no todo tiene que, inevitablemente, ser como ha sido hasta hoy.
Para conocer en mayor detalle el proyecto visita https://cordilleragaleria.tumblr.com/