Las ideas que tenía para escribir en el blog hace un mes parecen recuerdos de una vida pasada… y que diferente se ve la vida hoy. Estamos alterados, en busca de predicciones sobre cómo será el futuro y, por primera vez en mucho tiempo, teniendo que admitir que aún no lo sabemos. Qué lección nos está tocando vivir: ralentizar la velocidad de este mundo; ver las estructuras rotas expuestas, aquellas que hemos construido y en las que confiamos constantemente, pero que hace mucho tiempo que no funcionan; apreciar todo lo común y corriente que pasamos por alto porque hemos puesto toda nuestra atención en lo extraordinario. Que esto nos sirva para nunca más confundir lo ordinario con lo irrelevante, y reconocer siempre la maravilla de lo mundano: el placer infinito de abrazarnos, de un paseo por el vecindario, los cafés llenos de gente, y de la naturaleza y sus ciclos silenciosos.
En este contexto, en medio de un encierro paralizante, es que vivimos días extraños: sucesivamente negros y felices, cansadores y emocionantes, aburridos y agotadores, subidos en un carrusel del que no nos podemos bajar. Días, además, teñidos por miedos y ansiedades que no vale la pena recitar nuevamente, pues es suficiente con lo que vemos y leemos en titulares, redes sociales, grupos de whatsapp. Una de las incertidumbres que más no golpea es la inminente crisis económica que se anuncia por doquier. Crisis que, probablemente, será de escala global, y que espanta. ¿Cómo manejarla? ¿Cuánto durará? ¿Cómo nos afectará personalmente?
Hay cosas que si son posibles de predecir. Una de ellas es que probablemente golpeará con especial fuerza al mundo de la cultura y las artes. No es demasiado aventurado suponer que cuando se tengan que reordenar los fondos públicos para paliar la crisis, se verán afectados los montos destinados a estas disciplinas. Las humanidades– una vez más – desplazadas por “inútiles”, por ser gustito de pocos, una mera afición. No sería algo nuevo: recordemos los intentos de disminuir el presupuesto de cultura en un 20%, así como el recorte a las horas de historia y arte del curriculum escolar. En una sociedad obsesionada por la eficiencia y la productividad, quienes viven adictos a números y estadísticas no logran vislumbrar la importancia de reflexionar, analizar, criticar, maravillarnos, poner en duda, aprender de formas nuevas y sorpresivas – todas cosas que logran el arte, la cultura, la historia bien contada, la sociología aplicada con sentido. Ya lo dijo Gastón Soublette, que hace años le hace la pelea al neoliberalismo utilitarista: “Excluimos la trascendencia de nuestra vida…todo es dinero, poder, rendimiento.”
He visto con preocupación estos días algo que es al mismo tiempo conmovedor y problemático: el aumento de contenido gratuito de colegas y conocidos. No me refiero a las instituciones o a las personas que trabajan en ellas (por favor, continúen compartiendo gratis y abiertamente). Me refiero a freelancers e independientes, todos aquellos quienes pertenecemos a la economía creativa. Todos ofrecemos contenido gratuito por distintas razones: acceso, inclusión y visibilidad son sólo algunas. También es un gesto de solidaridad, pues a través de nuestras acciones contribuimos al ecosistema creativo, incluso al bienestar de nuestras comunidades.
Sin embargo, aunque es difícil hablar de dinero en este momento, tendremos que aprender que la visibilidad no necesariamente se traduce en estabilidad financiera. Me preocupa especialmente en los casos en que ello no es sostenible para muchos, quienes tendrán que abandonar el campo y dedicarse a algo más “productivo”. La vergüenza monetaria es parte de un sistema roto, que a través de la culpa nos empuja a hacer más, siempre un poco más, con la esperanza de una difusa recompensa en el futuro. La meritocracia promete que el trabajo duro será reconocido con una recompensa justa, pero olvida mencionar que el éxito también se forma a través de la clase, la raza y el género. La meritocracia es una promesa rota.

Con eso en mente, algunas ideas que me gustaría compartir:
- Primero, a todos (trabajadores, artistas y creativos) quienes no provienen de una familia o clase acomodada y realmente se arriesgaron al ingresar a esta profesión. Seamos conscientes de nuestro pánico, enojo, y la vergüenza de no querer preguntar o pedir. Necesitamos buscar soluciones colectivas para estos problemas y nos necesitamos entre todos. ¡No estamos solos!
- Si tienes que cambiar el formato de tu práctica y aún no deseas cobrar, intenta al menos incluir una forma de recopilar propinas. Sé que es difícil en este momento – todo se siente codicioso, especialmente con tanto dolor e incertidumbre. Pero las personas de este país, continente y planeta están en posiciones financieras muy distintas en este momento. Tendremos que volver a aprender a pedir a cambio de lo que entregamos.
- Por lo mismo, si estás empleado o en una posición financiera estable y te gusta el contenido gratuito que ves circulando en este momento, ayuda a mantenerlo en el tiempo. Dona, paga y ayuda en la redistribución de recursos. Compra arte, trabaja con personas que están ofreciendo sus servicios, contrata diseñadores, escucha música y podcasts de personas vivas.
- Queridas instituciones (museos, galerías, centros culturales, fundaciones, corporaciones): es posible que quieran centrarse en artistas, escritores, y creativos vivos por un tiempo. Necesitan la atención y el dinero en este momento. También es posible repensar el contenido que estamos produciendo para poner en línea. Aunque se ven muchas cosas útiles, sorprendentes y sinceramente alegres, el video de una exposición vacía no es atractivo en este momento. Creemos nuevas formas de entregar esa información, que involucren a quienes más necesitan la exposición. La actual Biennal de Sydney es un tremendo ejemplo: no sólo un grupo de jpg’s, sino que un recorrido con preguntas y respuestas interactivas, podcasts, tours guiados virtualmente, con distintas artistas tomando control de la exhibición en distintos días, contenidos en vivo, etc. Como decía McLuhan: “el medio es el mensaje”. Esto puede ser, y debiera ser, un momento de repensar la accesibilidad, los archivos, la documentación, de nuestras exposiciones.
- Estimados periodistas y críticos: sé que es difícil que no podamos visitar las exposiciones o artistas en este momento, pero hay muchas otras cosas que necesitan atención y cobertura. No hay paciencia para leer (o escribir) artículos sobre exposiciones en línea. Todos estamos descubriendo y aprendiendo juntos: pero hagámonos cargo de que necesitaremos ajustar nuestros formatos para hablar sobre las obras, sobre la situación de los artistas, y de trabajadores de museos, fundaciones, galerías y centros culturales que probablemente serán despedidos.
- He estado pensando como ser parte de estas soluciones. A mi disposición solo tengo este humilde blog, por lo que en este LINK encontrarán un formulario con preguntas en caso de que quieran ser entrevistados o tener una conversación que aparezca aquí. Es lo poco que puedo hacer como estrategia para afrontar esta situación tan compleja. Hay muchos temas de los que conversar, además de dar a conocer sus prácticas y obras: cómo nos afecta esto, cómo impacta en los procesos creativos, posibles soluciones. Incluso podemos soñar en utopías, que como sabemos, es la única forma de enderezar el rumbo y empezar a dirigirnos hacia donde queremos. Podemos hablar de todo o de solo una cosa, y compartir tanto o tan poco como quieran en este momento.
Ello no significa que bajemos las banderas en el terreno de las políticas públicas. Hay muchas soluciones que son evidentes, y que se debieran haber implementado hace años. El no haberlo hecho solo ha contribuido a crear un sector extremadamente precario, donde los que tienen éxito muchas veces son los mismos de siempre, y en que vivimos saltando de proyecto a proyecto, sin estabilidad ni seguridad financiera. Primero, inyectar más dinero reservado para arte y cultura. El arte y la cultura son claves para el desarrollo crítico, la capacidad de análisis y reflexión, la creatividad y el desarrollo – y solo aquellas naciones que son capaces de reconocerlo salen adelante. Obviamente los privados deben ser parte de ello, pero el estado no puede dejarlo en manos meramente particulares (ya hemos visto demasiadas veces como termina eso). Segundo, incluir a los y las trabajadores independientes, y quienes trabajan a honorarios, en la red de protección social. Esto es: seguro de cesantía, ingreso mínimo, la posibilidad de poder formar sindicatos para protegerse de malas prácticas, garantizar acceso a un pre y post natal estable, a salas cunas… sólo para empezar. No puede ser que mujeres tengan que seguir trabajando hasta el momento del parto, y luego de tres o cuatro días se vean obligadas a volver a trabajar para poder mantenerse a ellas mismas y sus familias. Tercero, contribuir al fortalecimiento del ecosistema a través de
Finalmente, y para terminar con una nota más “ligera”, les comparto una serie de tips que me han servido para mantener la cabeza sana y lo más limpia posible estos días.
UNO Tómatelo día a día. “Ninguno de nosotros sabe lo que sucederá. No pierdas el tiempo preocupándote por eso. Haz lo más hermoso que puedas. Intenta hacer eso todos los días. Eso es todo.» —Laurie Anderson
DOS Ten una rutina diaria. “Una rutina diaria te ayudará a pasar el día y te ayudará a aprovecharlo al máximo. Un horario defiende del caos y el capricho. Atrapa los días, no deja que pasen sin darte cuenta. Cuando no sabes qué hacer a continuación, tu rutina te lo dice.” – Annie Dillard
TRES Haz listas. “Hago listas para mantener mi nivel de ansiedad bajo. Si escribo quince cosas por hacer, pierdo esa sensación vaga y persistente de que hay una cantidad abrumadora de cosas por hacer, todas las cuales están al borde del olvido”.—Mary Roach
CUATRO Puedes estar al día sin mirar las noticias en las mañanas. Casi no hay nada en las noticias que necesitemos leer a primera hora. Cuando tomas tu teléfono o computador al despertar, inmediatamente estás invitando a la ansiedad a este nuevo día. También es desperdiciar uno de los momentos más fértiles del día!
CINCO El “modo avión” es una forma de vida. No necesitas estar en un avión para practicar el modo avión: pon tu teléfono en modo avión, y se transforma cualquier tiempo de cautiverio en una oportunidad para reconectarte contigo mismo y tu trabajo.
SEIS Se ligero. Juega. “Debes practicar ser estúpido, tonto, irreflexivo, vacío. Entonces podrás HACER. . . Trata de hacer un trabajo MALO, lo peor que se te ocurra y ve lo que sucede, pero principalmente relájate y deje que todo se vaya a la mierda: no somos responsables del mundo, solo de nuestro trabajo, así que HAZLO” —Sol LeWitt
Empieza a hacer, haz lo que puedas, simplemente avanza sin pensarlo mucho. Ya vendrá el momento de corregir, de volver sobre tus pasos, de sacar y agregar. Pero empieza con un espíritu ligero y sin demasiadas exigencias o expectativas.
SIETE Cuanto estés dudoso- ordena. Lo mejor de ordenar es que ocupa mis manos y afloja mi mente para que a) me despegue o resuelva un nuevo problema en mi cabeza, o b) encuentre algo en el desastre que me lleve a nuevas ideas y asociaciones.
OCHO Las siestas son un arma secreta. A mí, me gusta la “siesta de la cafeína”: tomar un café o té, recostarme durante quince minutos y volver a trabajar cuando la cafeína empieza a hacer efecto.
NUEVE Los demonios odian el aire fresco. Si tienes jardín, gózalo y agradécelo; si tienes terraza, úsala y agradécela; sino, simplemente abre las ventanas para que corra el aire fresco, camina lo más que puedas, y da gracias por el cielo, el viento, y el aire. «No importa a qué hora salgas de la cama, sal a caminar. Los demonios odian cuando sales de la cama. Los demonios odian el aire fresco.” Ingmar Berman
DIEZ Termina cada día – y cierra el capítulo. «Termina cada día y acábalo. Hiciste lo que pudiste; algunos errores y absurdos sin duda se colaron; olvídalos tan rápido como puedas. Mañana es un nuevo día; lo comenzarás bien y serenamente, y con un espíritu demasiado alto para ser molestado por viejas tonterías.” -Ralph Waldo Emerson
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Una respuesta a “El sector creativo y el coronavirus”
[…] el virus al ecosistema artístico, pero también los problemas que ya estaban instalados. En un post en Abril escribí sobre como tendríamos que cambiar nuestras prácticas para apoyar a artistas y el sector […]
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